La iniciativa de promover una vida sustentable en la Ciudad de Buenos Aires surgió a partir de la sanción de la Ley 1687/05 de Educación Ambiental, que promueve la incorporación de este tipo de enseñanza al ámbito educativo formal. Este proyecto consiste en la promoción del desarrollo de valores y conocimientos que permiten a las personas tener respeto por la diversidad natural y cultural. Según se explica en la página web del gobierno metropolitano, para este proyecto “es fundamental que los alumnos se formen con un conocimiento profundo acerca del ambiente, y comprendan la influencia que tienen sus acciones sobre el mundo que los rodea y, por lo tanto, la gran responsabilidad que tienen para mejorar el presente y el futuro”. Con el fin de lograr estos objetivos, se han incorporado a la currícula de la enseñanza formal diversos contenidos sobre el tema y actividades que instruyen en distintas cuestiones que hacen al cuidado del medio ambiente: “gestión integral de residuos”, “movilidad sustentable”, “huertas y espacios verdes”, “eficiencia energética”, “cambio climático”, entre otros.
Acciones de este tipo al interior de la escuela en todos sus niveles tienen, sin lugar a dudas, un impacto altamente positivo en la educación de niños y jóvenes. [pullquote position=”left”]Es muy conveniente que este tipo de actitudes sean inculcadas desde una edad temprana para que puedan ser adoptadas con mucha más naturalidad [/pullquote]y para que los conocimientos que estas implican se incorporen, cada vez más rápidamente, a la cultura. De esta manera, estos saberes podrán ser transmitidos a las próximas generaciones como un aspecto más de la vida cotidiana.
Esta clase de iniciativas son sumamente positivas en tanto educan acerca de conductas responsables que se enmarcan en proyectos más grandes que trascienden la esfera de la enseñanza e impactan sobre todos los aspectos de la vida, tanto en la de cada individuo como en la vida en sociedad. Los valores de responsabilidad y sustentabilidad que estas actividades fomentan son beneficiosos para todos.
Ahora bien, sin subestimar la importancia de estos proyectos, no se puede hablar de conciencia del medio ambiente sin pensar también en otros factores que hacen al entorno cotidiano, en este caso, urbano. El medio ambiente es un concepto que, en ciertos contextos, ha quedado reducido a “la naturaleza”, no obstante la paradoja que esto pueda representar. Cuando hablamos de medio ambiente, necesariamente estamos hablando de naturaleza, sin embargo, también es justo pensar que estamos hablando de ciudad, pueblo, barrio y de todo lo que cabe dentro de ellos. Los vecinos, los ciudadanos, las instituciones, los edificios, los monumentos, los negocios, los supermercados con algunas de las cosas que hacen a nuestro ambiente en una ciudad, por ejemplo.
Es por eso, que la educación sobre el medio ambiente debiera instruir sobre mucho más que sobre espacios verdes y las formas de evitar la contaminación sonora y atmosférica. Sin desmerecer las iniciativas que van en ese camino, sí es preciso tener en cuenta que sólo construyendo desde la pequeña escala se puede obtener un éxito más seguro. Es decir, lo que se debe enseñar es la actitud responsable respecto del ambiente que nos pertenece y que compartimos con otros. A partir de esta instancia primaria se puede comprender el impacto que nuestras acciones pueden tener a escalas mayores como a nivel regional, continental y global. Además, al tener en cuenta todo lo que forma parte del ambiente de la vida cotidiana se llega a comprender que hay muchos más lugares desde donde colaborar con el cuidado del entorno común. Por ejemplo, el consumo responsable es un punto fundamental para la formación de individuos responsables: saber cuánto, cómo y qué consumir.
Es indispensable, en este sentido, educar a los niños en la cadena de valor de los alimentos, en las industrias que están involucradas en su elaboración, en los procesos por los que pasan los productos antes de llegar a nuestras manos. Esto forja una actitud crítica e inteligente a la hora de comprar, nos permite elegir más libremente porque sabemos más. Entonces, podemos optar por conseguir nuestros productos en almacenes barriales favoreciendo, así, a los comercios locales en lugar de recurrir a los grandes hipermercados. También podemos elegir comprar alimentos más saludables para nosotros y para el medio ambiente escogiendo marcas más ecológicas y que se encuentren involucradas en campañas de preservación del medio ambiente o de beneficencia. Incluso, con un poco más de investigación, podemos seleccionar los productos de aquellas industrias que adopten una actitud socialmente responsable hacia el mercado y hacia sus trabajadores.
[pullquote position=”left”]La cuestión de consumo responsable es sólo un ejemplo de muchos que forman parte del gran espectro del cuidado ambiental.[/pullquote] El poder que nos brinda como sociedad instruirnos en estas temáticas nos carga de una gran responsabilidad que debe ejercerse a diario para llegar a la aspiración del cambio. Todas las iniciativas de este tipo representan siempre un avance en este campo de acción ya sea que emanen del gobierno, de organizaciones sin fines de lucro o de empresas, lo cual les aporta un gran valor agregado y una gran capacidad de aplicación.